Saturday, November 23, 2013

La luna y las estrellas...

Se hace difícil escribir estos días. Falta de tiempo o de ganas. Me había propuesto escribir algo todas las semanas. Intentar mantener cierta especie de ritual, cierta constancia, pero eso esta empezando a hacer que esto se parezca a un trabajo…


Cuando era chico quería ser astronauta o cocinero, en ese orden. Quería subirme a un cohete con mi traje espacial y volar al espacio en medio de una inmensa llamarada de colores, rápido, rápido, más rápido que el sonido. Y trataba de imaginar como seria ver la tierra desde arriba, desde la luna por ejemplo. Tratar de identificar las montañas y los mares, tratar de encontrar mi país, mi casa, así vista chiquita desde el espacio.
Imaginaba que volaba por el espacio, en naves estilizadas, como aviones de papel  blanco, brillantes bajo la luz de las estrellas. Y volaba entre los planetas y sus lunas y pasaba cerca de Saturno y los anillos y después seguía volando, cada vez mas lejos, como esas pequeñas navecitas solitarias que los norteamericanos enviaron al espacio exterior con un mensaje de presentación de la humanidad grabado en un disco de oro.

Y volaba entre las estrellas, con solo un pequeño avioncito en mi mano, moviéndolo a lo largo de los dibujos de las paredes de la casa de mis padres, imaginando que las suaves líneas de distintos tonos de las vetas de la madera eran los contornos de constelaciones y nebulosas lejanas, los ojos redondos y oscuros que a cada tanto cruzaban la superficie eran gigantescos planetas o agujeros negros. Y con los agujeros negros había que tener mucho cuidado. Te podían tragar con la nave / avión enviándote a otro universo o a otra dimensión o simplemente a la nada.

Y a veces pensaba en todo lo que iba a tener que hacer para poder ser astronauta. Había visto un documental en blanco y negro donde mostraban que los astronautas corrían en una cinta mientras respiraban con una mascarilla conectada a unas maquinas que controlaban su respiración y después se subían a una silla cohete que los disparaba a gran velocidad hacia el cielo y bajaban colgados de un paracaídas. Y había que estudiar mucho y aprender a volar, primero en aviones chiquitos, después en cohetes, primero dando vueltas cerquita de la tierra, como la perra Laika o los monos de la NASA, para finalmente volar hasta la luna como Neil Armstrong.

Y aunque había que hacer un montón  de cosas para poder ser astronauta a mi no me importaba porque tenía tantas ganas de volar que sabia que nada me iba impedir llegar a la luna y las estrellas. Sabía que algún día iba a subir por la escalerilla de un cohete blanco y plateado y antes de cerrar la escotilla me iba dar vuelta para saludar a mi mama y ella iba a estar ahí jovencita como la recuerdo de cuando era chico, despidiéndome mientras yo volaba hacia las estrellas.

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