Abrió los ojos lentamente. Intento reconocer el lugar en la
oscuridad. Esta no era su cama. El cuerpo a su lado no era el de su mujer. Reconoció
las curvas de la cadera bajo la sabana. Se acerco lentamente a ella y sintió su
olor. La mezcla del aroma de su piel con el perfume que él había empezado a reconocer
en los pasillos de la facultad varios meses atrás.
Se dio cuenta que estaba despierto cuando el sentimiento de
culpa le broto del pecho hasta la boca. Una parte de él quería gritar, aullar
en la oscuridad que esto estaba mal. Estaba mal, el no tenía que estar ahí, en
esa cama con ella. El universo acechando otra vez.
Se quedo mirando el techo mientras pensaba. Pensaba en que
esto no podía estar pasando. No podía ser que la alumna brillante de su clase
que podía tener cualquier pendejo que quisiera pudiera haberse enganchado con él.
“Enganchado”. Definitivamente estaba encarando la cosa desde el punto de vista
incorrecto. Solo habían coqueteado / histeriqueado un poco en la facultad, un poco mas fuera de la facultad y habían tenido sexo una vez, esa
noche. No significaba nada. O si. Para el sí. Para el significaba algo, mucho.
Ella era realmente tan hermosa / desnuda como la había imaginado. Perfecta /
Imperfecta.
La volvió a mirar en la oscuridad. Ese cuerpo dormido
representaba cierta especie de revancha. El final de años de quedarse con las ganas. Salir de su refugio de intelectual reservado. ¡Cagón!
le hubiera gritado ella si estuviera despierta y pudiera leerle la mente. Por
un instante, imaginó que a partir de su
aventura con ella, muchas otras minas, pendejas, lo empezaban a acosar. Como si
fuera un Bukowski sub-desarrollado que a mitad de camino deja de ser solo el
jefe de una cátedra para volverse un tipo interesante, una especie de curioso
juguete que hay probar.
Imagino el lugar común de sus ex novias cruzándolo en la
calle, saliendo de un bar con ella de la mano. Sus caras diciendo ¡Que hijo
de puta! - Era tan aburrido, tan poca cosa cuando estaba con nosotras.
La culpa lo volvió a traer al presente, a la real realidad
de esa habitación de un departamento que no era el suyo.
Se levanto despacito. Busco la ropa desparramada por el
suelo y se vistió tratando de no hacer mucho ruido. Encaro para la puerta
mientras pensaba qué carajo le iba a decir a ella la siguiente vez que la
viera y salió al pasillo en silencio, buscando la madrugada.
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Se despertó con el acto reflejo de manotear el celular. Un
mensaje entrante. Whatsapp probablemente. Ya era de día. La luz filtrándose intensa
por los bordes de la cortina de blackout, recortando el rectángulo de la
ventana. La cama revuelta. Los recuerdos que se empezaban a filtrar a través del
sueño y una leve resaca. No se dio cuenta cuando él se fue. Hijo de puta, no se
despidió. Se escapo en medio de la noche mientras ella dormía como una morsa. Su
papa siempre le había dicho así cuando ella era chica, que dormía como una
morsa, como fuera que durmieran las morsas.
Se froto un poco los ojos y miro la pantalla del celular.
Mensaje de Whatsapp. El grupo de compañeros de la facultad. Joda esta noche en
lo de Mariela. Otro mensaje. Mensaje privado de Facebook. Gustavo te quiere
ver. ¿Qué le pasa a este pibe? Que tuviera novia no le molestaba. Era más bien
esa indefinición permanente. En la cama la pasaban bárbaro, pero es como que a
ella eso le estaba empezando a resultar insuficiente y cuando lo encaro para
hacerle la clásica pregunta ¿nosotros que somos?, el vago se fue en rodeos y
terminaron peleados por unos días. ¿Qué le pasaba a ella con este pibe?
Normalmente lo hubiera mandado a cagar a la primera, pero por alguna razón que
no entendía muy bien, seguía aguantando esa situación chota que la ponía en un
lugar incomodo.
Pensó que hubiera dicho el profe al respecto. El profe le
hubiera hecho una pregunta, la hubiera mirado con esos ojos con que la miraba
siempre y le hubiera dado una explicación que seguramente no le iba a gustar,
pero que estaba segura que era racional / correcta. Eso le gustaba del profe,
no lo de la respuesta correcta, fundada en su conocimiento de los libros y la
vida, sino lo de la forma de mirarla. La primera vez que se dio cuenta de cómo él
la miraba, fue una vez que estaban conversando con otros compañeros en el bar
de la facultad y en un momento, mientras discutían sobre el uso político del
discurso o algo por el estilo, cuando ella fue a buscar la mirada de él, descubrió
que él miraba sus piernas, disimuladamente. Y volvió a buscar esa mirada puesta
en ella, una y otra vez. Y de a poco ella también fue dando algunas señales, y juntos
fueron dejando un rastro de miguitas que los llevo de una u otra forma hasta la
noche anterior. Y recordó la mirada de él mientras hacían el amor. Y recordó el
sueño que él le contó después.
Había soñado que la encontraba desnuda en el pasillo de la
facultad y todos estaban alrededor, compañeros, profes, señalándola, riéndose, sacándole
fotos con sus celulares. Y el se abría paso entre todos y la cubría, protegiéndola,
apartándola de las miradas. Y el sueño terminaba cuando él la miraba a los ojos
y se daba cuenta que ella sonreía, disfrutando ser el
centro de las miradas.
Otro mensaje. ¿El profe? El profe no usaba el celular. No
como ella. Eso también le gustaba.