No estamos acostumbrados a segundas vueltas. Volver a
elegir, pero esta vez solo entre dos candidatos. Estamos, literalmente, frente
a la situación que describía el Gordo Pinti en uno de sus monólogos: “las
elecciones son como si te dieran a elegir cuál de las dos piernas querés que te
corten, la derecha o la izquierda… pero yo no quiero que me corten ninguna… ah
no, usted tiene que elegir”.
Yo sé a quién voté. No tiene sentido explicar aquí porque
elegí determinado candidato. Uno termina votando una especie de paquete. El
paquete tiene adentro algunas cosas que te gustan, unas cuantas que no te
gustan y unas cuantas que mejor no analizarlas mucho porque te pegas un tiro…
Yo elegí el paquete que me pareció mejor. El otro paquete que también terminó
pasando a la segunda vuelta me sigue asustando más que el que elegí. Podemos
discutir semanas acerca del contenido de ambos paquetes, pero eso no me parece
tan importante, tan relevante en este momento.
Estas elecciones van a pasar. Estos candidatos circunstanciales también. Dentro de cuatro años vamos a volver a enfrentar una situación similar.
Sigo pensando, en medio de la lluvia torrencial de mensajes a
favor de una y otra opción, que no puede ser que estemos de nuevo en esta
situación. Tratando de filtrar alguna propuesta entre tanto ruido. Desnudos en
la oscuridad.
Asistimos diariamente a un desfile de gente que esconde
datos. Incesantes acusaciones cruzadas. Chicanas. Nadie que diga concretamente
que mierda van a hacer al día siguiente de asumir. Y al día 100. Y al día 1000…
Aparatos que desatan festejos en los medios de comunicación (¿?) como si
estuvieran ganando, aunque todavía no ganaron. Tanto mensaje positivo /
negativo buscando influir la voluntad de la gente “indecisa”.
¿Cómo elegir un paquete, un candidato, basándonos en el
cagazo que nos provoca su oponente?
¿Que se vayan todos? ¿Quiénes eran / son "todos"?
No puedo dejar de pensar que los que estamos mal somos
nosotros, no solo los candidatos, la política. Nosotros como sociedad nos hemos
ido trayendo solos hasta este punto. Los políticos no son extraterrestres
malvados que bajaron un día de un plato volador para someternos a su voluntad.
Son solo el exponente depurado de nuestra sociedad. Son personas como nosotros,
pero que lograron una porción de poder, una posición expectante, la capacidad
de dañarnos a mayor escala con sus decisiones.
¿Cómo carajo vamos a elegir como sociedad a quien nos va a
gobernar?
Entre tanta perplejidad, tanta desilusión… una pequeña /
gran alegría. En estas mismas elecciones, mi amigo “Pelado” fue elegido concejal de la ciudad
que nos vió crecer juntos.
Si fuera creyente, diría que estoy pidiendo a Dios que lo
cuide y le permita hacer el bien para la gente que lo eligió. Que no tenga una
úlcera cuando termine su mandato y siga siendo el mismo buen tipo de siempre.
Mucha suerte. Mucha suerte. Mucha suerte.
La elección del Pelado me dió esperanzas. Hoy, en medio de toda la confusión, quiero pensar que a lo
mejor en la participación en política de gente como él pueda estar la
respuesta, nuestra propia salida a este ciclo de falsas elecciones. Nosotros mismos podemos cambiar de a poco nuestra sociedad para después cambiar la política. Para terminar cambiando por fin la pregunta a la que regularmente debemos enfrentarnos en cada elección, aquella de las piernas que tan bien usaba como ejemplo el Gordo Pinti.