Wednesday, October 23, 2013

El periodista y el entrevistado

Prendo la tele. Programa de periodismo político. Sonamos. Decido verlo. En el pasado el periodista que conduce el programa supo gozar de mi simpatía, como me lo recuerdan 3 libros suyos que reposan en la biblioteca, al alcance de mi vista. El periodista presenta una nota. Vamos a ver un video tipo cámara oculta, filmado por un agente del orden, en el cual se puede ver a un señor diputado de la Nación resistiéndose a que le retengan el auto por haber cometido una infracción, o mejor dicho por estar en infracción al no poder presentar documentación del vehículo que le es requerida por un agente de transito. Veo el video. Oigo el audio, la discusión entre el señor diputado y la agente de transito. Siento como que ya lo vi y oí mil veces en los últimos 10 días. Probablemente esta sensación tenga que ver con la otra sensación de hartazgo, el saberme sometido a un interminable bombardeo de propaganda política explicita y de la otra. Todo exacerbado por la época electoral en la que nos encontramos inmersos. Termina el video. Volvemos al piso. El periodista continúa hablando. Mientras habla, yo intento separar, debo confesar que sin mucho éxito, la información objetiva de las opiniones personales. En la vorágine del discurso, las opiniones pasan a transformarse casi en verdades fácticas, axiomas.
De pronto, el periodista comienza a mostrar, a señalar en las pantallas detrás de él, una serie de tweets de un conocido artista del medio que se decidió a opinar del episodio, cuestionando, desafiando de alguna forma, varias de las frases del diputado expresadas durante la discusión con la agente de transito. Parece ser que dichos tweets generaron un gran revuelo en las redes sociales y entonces el periodista explica que se decidió a entrevistar a este artista para dialogar justamente acerca de los tweets, sus opiniones y el episodio en cuestión. Sinceramente, me llamo la atención que decidieran entrevistar a esta persona en particular, debido a que no se trata de un experto en temas políticos o alguien que en el pasado se hubiera expresado públicamente acerca de este tipo de cuestiones claramente alejadas de su quehacer artístico.
Pasamos a la entrevista. El periodista canchero se muestra amigable, confianzudo. Es como si el entrevistado y el periodista se hubieran comido 1000 asados juntos. Después de romper el hielo con 2 o 3 preguntas típicas, el periodista encara para el lado de los tweets que generaron / contribuyeron al escandalo. En ese momento la entrevista se transforma en un sketch de Peter Capusotto: “Vas a decir lo que yo quiero que digas”, con el periodista insistiendo en poner en boca del entrevistado, frases que este realmente no dijo / no quiso decir en ningún momento. El entrevistado responde lo que le preguntan. No parece darse cuenta del juego planteado. Comienza a explicar porque cree tener la autoridad moral para plantear un desafío como el que propuso públicamente en los 4 o 5 tweets que salieron a la luz, algo así como: “quien me va a enseñar a mi lo que era la dictadura”. Ahí me empiezo a sorprender. No por la edad revelada por el entrevistado o el hecho que ya sea abuelo. Me sorprenden los detalles de la infancia. La descripción detallista de hechos vividos, épocas de represión, episodios violentos. El análisis del funcionamiento de aparatos represivos, implementados primero por facciones pertenecientes a gobiernos democráticos y luego por los militares golpistas.
El periodista intenta repreguntar, trata de usar algunas frases a su favor, lo logra a medias porque el entrevistado sigue con una catarata de anécdotas personales, como ajeno al juego planteado. La dinámica va cambiando. A estas alturas el protagonismo del entrevistado se magnifica y el periodista lo deja seguir solito no solo porque dijo lo que dijo, twiteo lo que twiteo, sino por todo lo que tiene para decir acerca de la libertad de expresión y otros tópicos tan funcionales, tan de moda.
Sobre el final, el entrevistado hace una última revelación acerca de su identidad, la relación con su padre y ahí si como que se nota cierto guion, cierto acuerdo previo. Últimos intercambios alrededor de la idea de la persecución a los que piensan distinto. 2 tipos hablando como potenciales victimas de censura frente a millones de televidentes.

Fin de la entrevista. Monologo del periodista estrella. Fin del programa. Los títulos empiezan a pasar mientras yo me quedo pensando en que aprendí 2 o 3 cosas de la vida personal del entrevistado y que esta bueno, muy bueno que cualquiera pueda decir cualquier cosa en cualquier lugar. Después uno termina eligiendo lo que quiere creer o a quien le quiere creer. ¿O no?

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