Pablo Abián nació en la ciudad de Corrientes en 1971. Según cuenta su madre, nació por parto natural aproximadamente a las 14:15 de un día martes. Pasó sus primeros dos o tres años de vida entre Corrientes y Resistencia - Chaco, hasta que por motivos laborales la familia decidió mudarse a la provincia de Misiones. De su breve paso por Corrientes en esos primeros años, Pablo solo guarda / recuerda algunas imágenes difusas: una vecinita que jugaba con él, el patio de unos edificios bajos de dos pisos donde él cree haber vivido con sus padres en esa época y no mucho más. De la vida en Misiones, los primeros recuerdos que conserva son aquellos relacionados con la construcción de la casa familiar: albañiles haciendo el piso de las galerías que rodeaban toda la casa, él ayudándolos con una pequeña carretilla, el patio grande, su padre sacando agua del pozo con una bomba manual, todo campo alrededor...
Cuando le tocó integrarse a la vida escolar, con casi 4 años, protagonizó su primer fracaso, abandonando el jardín a poco de haber comenzado. Pablo recuerda vagamente haberla pasado mal en ese jardín de infantes. Alguna clase de música, tocar el triangulo, pintar con temperas... y un día en particular, cuando la señorita lo puso en penitencia por haber entrado al baño de las nenas por error... hasta que finalmente sus padres lo sacaron de ese colegio. Ese temprano paso en falso le valió ser el objeto de las bromas infantiles de sus hermanos, quienes durante años le dijeron que él era el único nene que había repetido jardín de infantes.
Por suerte, al año siguiente, Pablo ingresó al jardín de infantes de la Escuela Normal "Estados Unidos del Brasil", escuela en la cual cursaría, esta vez exitosamente, jardín, pre-escolar, primaria completa y secundaria completa y donde además iba a conocer a quienes serían / son sus amigos de toda la vida.
De la época de la escuela primaria, Pablo guarda pocos recuerdos. Le gustaba dibujar. No jugaba bien al fútbol, así que los demás lo dejaban para lo ultimo en las rondas de "elegida" para los partidos. Con las bolitas mas o menos se defendía y jugando al "chupi" con las figuritas era bastante choto. Su memoria solo conserva los nombres de las maestras de sexto y séptimo grado. A las demás gradualmente el paso del tiempo las fue eliminando.
Pablo si recuerda claramente las horas que pasaba sentado sobre el murito del frente del colegio, esperando a que su papá lo viniera a buscar a la salida de la escuela. En el fondo cree que eso le ayudó a desarrollar la proverbial paciencia que lo acompaña hasta el día de hoy.
Después vino la secundaria y las primeras frustraciones importantes. Es que además de empezar a darse cuenta que no iba a poder ser astronauta, o que cambiar el mundo iba a ser más difícil de lo que creía cuando era más chico, empezó a fracasar sistemáticamente con las mujeres. O sea, la timidez no lo ayudaba. Y cuando por fin se animaba a encarar a alguna de las chicas que le gustaba, generalmente terminaba rebotando, rebotando mal.
En la secundaria Pablo hizo mucho deporte. Natación. Rugby. Mucho rugby. Desarrolló un lomo infernal. Y también en esa época, se le dió por leer compulsivamente todo libro de ciencia ficción que cayera en sus manos. Ya había leído a Bradbury, Asimov (todavía puede recitar de memoria las tres leyes de la robótica) y Arthur Clarke... Pero entonces empezó con Philip Dick, Delany, Roger Zelasny, Heinlein y Kurt Vonnegut... Solo ciencia ficción... El futuro estaba en el cielo, en el espacio, en nuestras mentes.
Antes de terminar la secundaria, a poco de irse a estudiar a Córdoba, Pablo descubrió, en un suplemento de cultura del diario Clarín, un cuento de Juan Forn que le partió la cabeza. Descubrió que se podía escribir sobre cosas que le pueden pasar a cualquiera de nosotros, en esta época, en este país. Mas importante aún, descubrió que muchas de las cosas que le pasaban a él, las cosas que sentía, se podían parecer a las cosas que le pasaban al personaje fumón de un cuento.
Después llegó el momento de estudiar una carrera universitaria. El mandato materno: "estudiarás o laburarás". Eligió estudiar. Le gustaba construir cosas, había hecho varios cursos de computación, tenía una computadora que su papá le había regalado en la cual programaba jueguitos muy básicos. Eligió Ingeniería de Sistemas. Eligió irse a vivir a Córdoba porque su amigo, el Pelado, se iba a Córdoba, donde ya tenía una hermana estudiando arquitectura. Los primeros tiempos fueron bastante duros. Extrañaba mucho. Extrañaba mucho. Extrañaba mucho.
En la facultad a Pablo le fué bastante bien. Aprobaba las materias mas difíciles con muy buenas notas. Es como que le empezó a encontrar la vuelta a la vida lejos de la familia, lejos de sus hermanos, lejos de los amigos que se habían quedado en Posadas. Siguió leyendo. Empezó a leer a García Marquez, Camus, algunos clásicos. Y en algún momento, durante un noviazgo a distancia que terminó disolviéndose, empezó a escribir. Y siguió estudiando. Y siguió escribiendo. Pequeños textos. Pedacitos de él y las cosas que le pasaban volcados al papel.
Y tuvo varios trabajos. Y finalmente un día se recibió de Ingeniero. Y siguió trabajando. Y de a poco fué dejando de escribir, como una vez ya había dejado de dibujar. Y se fué concentrando cada vez más en su trabajo, la familia que de a poco iba creciendo y aunque seguía leyendo, la escritura incipiente, pequeña, quedó relegada, escondida. Hasta que un día, un día medio triste de 2013, decidió volver a escribir. Escribir en un blog. Escribir cosas simples. Escribir las cosas que le pasan. Escribir las cosas que se imagina.
Pablo escribe porque cuando esta escribiendo siente algo que para él es muy parecido a la felicidad.
Rejunte de textos cuasi biograficos, cuentos, cuentitos, cronicas y divagues varios
Sunday, March 30, 2014
Otro vaso de Belgrano
Esta semana mi hijo me regaló otro vaso de Belgrano de Córdoba. El vaso es de plástico celeste y tiene en un costado un collage compuesto por imágenes en blanco y negro: una imagen de un hincha levantando una bandera con el escudo del club, la parte superior del frente del edificio del cine Colón y el ingreso del Hospital de Clínicas sobre la calle Santa Rosa. Debajo se puede leer Alberdi y una leyenda: "del Barrio de Alberdi yo soy".
Mi hijo me dió el vaso y me dijo: para que puedas seguir escribiendo, como escribiste sobre el vaso del Picante. En ese momento me di cuenta que hay alguien en esta casa que se toma mi escritura en serio.
Mi hijo me dió el vaso y me dijo: para que puedas seguir escribiendo, como escribiste sobre el vaso del Picante. En ese momento me di cuenta que hay alguien en esta casa que se toma mi escritura en serio.
Monday, March 17, 2014
Trending Topics
La semana pasada tuve mi propio par de Trending Topics (TT). En
honor a la verdad no fueron realmente TTs de Twitter. Fueron más bien el
equivalente a pequeña escala de ese fenómeno de repetición por millones que se
produce cuando alguien, como por ejemplo Yanu (@YanuPerez14), escribe un tweet
insertando al final de la frase un hashtag como #TeDariaBolaPero o
#PeliculasQueNoCansan y los demás se prenden y empiezan a twitear y retwitear
frases relacionadas de alguna forma con la temática planteada por el hashtag
(etiqueta) en cuestión.
En mi caso, más que una frase inteligente o irónica o
cargada de críticas al gobierno argentino o al Papa Francisco, lo que disparó los
comentarios de mi grupo de amigos de Facebook, los cuales por otro lado no
llegan siquiera a 100, fueron 2 fotos. Las fotos en cuestión tampoco tenían
el aire frívolo / cool de la foto selfie de Ellen DeGeneres en los Oscar 2014,
la cual logro dos millones de re-tweets en menos de 3 horas, convirtiéndola en
la foto mas viral / famosa de la breve pero intensa historia de Twitter. Veamos…
Trending Topic 1 – El asador
En una de las fotos se puede ver un asador de hormigón pre-moldeado
con el comentario: “El Asador recién armado”. El asador en cuestión se muestra
adusto, serio, todo gris, recién armado en el patio de mi casa. La foto la tomé
y la subí con mi celular, embargado por la emoción de saber que ya no iba a
hacer mas asados sobre un montón de ladrillos desparramados en el piso, luchando por evitar que alguno de los perros se robe un pedazo de carne de la
parrilla. La foto cosechó la friolera de 22 “Me Gusta” y 26 comentarios. A título de ejemplo, a continuación incluyo
5 comentarios seleccionados:
Alejandra
Buenísimo! el sáb estamos x allá! ; )
10 de Marzo a la(s) 17:41 • Ya no me gusta • 1
Ricardo le falta humo a eso...
10 de Marzo a la(s) 17:48 • Me gusta
Dario Hay que
estrenarlo urgente!
10 de Marzo a la(s) 18:58 • Me gusta • 1
Sebastian Espero
que no me hagas comer el amague como el sabado pasado... ja ja ja
10 de Marzo a la(s) 19:40 • Me gusta • 1
Javier vamos
carajo, hay que salir a cazar algun animal y meterle leña
10 de Marzo a la(s) 23:18 • Me gusta
Nótese el espíritu carnívoro y la ansiedad de la audiencia, que exige / demanda humo, asado, estreno de asador y parrilla ese mismo fin de semana.
Trending Topic 2 – El hombre del paraguas
En la segunda foto, tomada por mi comadre a través de la
ventanilla de un auto (el cómo sigo siendo una persona que cree que en las instituciones
del padrinazgo y / o madrinazgo será analizado en otro futuro post), se puede
ver a un hombre de perfil; sosteniendo, cual promotora de TC 2000, un paraguas
bajo la lluvia. Un poco más abajo, aparentemente resguardado por el paraguas, puede
divisarse un bulto, otro hombre agachado, casi tapado por la curva del capot y
el guardabarros delantero izquierdo.
El hombre que sostiene el paraguas soy yo. El hombre
agachado, quien en realidad a esas alturas y a pesar del reparo del paraguas,
ya estaba completamente empapado tratando de cambiar una rueda pinchada, es mi
compadre.
Esta segunda foto recogió 25 “Me Gusta” y 14 comentarios, la mayoría de los cuales todavía me
hacen poner colorado…
Gabriela Uh! que
paso??!!
14 de Marzo a la(s) 9:43 · Me gusta
Claudio Un capo
pablo...siempre tan atento.
14 de Marzo a la(s) 9:47 · Me gusta · 1
Cristina Pinchadura
de neumático en la ruta
14 de Marzo a la(s) 10:15 · Me gusta
Soledad Estas
cosas ya no se ven!!
14 de Marzo a la(s) 11:05 · Me gusta
Rafael Me hizo
acrodar a Carli Calvo y Pablo Rago. Friends!!!. Maravilloso
14 de Marzo a la(s) 11:57 · Editado · Me gusta · 1
Judith IMPECABLE
14 de Marzo a la(s) 13:53 · Me gusta
Pablo Ufa... me
van a hacer poner colorado... es muy simple... el compadre se merece que le
tenga el paraguas y mucho mas
14 de Marzo a la(s) 16:10 · Me gusta · 2
El último comentario incluido arriba es mío. Es lo mismo que
volvería a escribir ahora, mientras pienso en como mi compadre me ayudó / cuidó
/ acompañó mil veces a lo largo de los últimos 20 años, haciendo que sostener
un paraguas bajo la lluvia, mientras mi comadre nos saca una foto, sea para mí lo
más simple y natural del mundo.
Monday, March 3, 2014
El vaso del Picante
Ayer me desperté a eso de las 9:30hs. Llovía. Hacía varios días
que llovía sin parar. Me levante tratando de no hacer ruido para que no se
despierte mi hija. Una mancha de humedad en el techo del baño me mostraba cómo la
lluvia había ido penetrando lentamente las distintas capas de nuestro techo.
Fui a la cocina para prepararme el desayuno. Miré el patio
mojado por la lluvia por el ventanal de la cocina. Los jazmines amarillos al
fondo del terreno formaban una cascada de verdes hojas y gotas cayendo hasta el
césped. El cielo gris recortado por la copa de los arboles.
Prendí una hornalla y puse la plancha para hacer tostadas.
Mire hacia la cafetera sin demasiadas esperanzas. Obviamente no había café hecho.
Puse una servilleta de papel a modo de filtro. Busqué el frasco de café y
cargué a ojo el equivalente a 3 o 4 pocillos. Busqué algún recipiente para
cargar el agua y al mirar hacia mi izquierda vi el vaso de plástico celeste. Llené
el vaso con agua de la canilla y cargué la cafetera. La encendí. En ese momento,
todavía medio dormido, me di cuenta que no podía reconocer el vaso de plástico que
sostenía en mi mano izquierda. Es decir, el vaso en cuestión, no era parte reconocible
de la amorfa y diversa colección de vasos de plástico que mis hijos colectan y
tunean con calcomanías sacadas de envases de yogur. Vasos de princesa. Vasos de
Halloween. Vasos de la muñeca descerebrada de piernas largas y cintura
diminuta. Vasos de algún superhéroe o personaje de dibujos animados.
Acerqué el vaso, mecánicamente. Lo puse frente a mí. Era grande, alto. El típico vaso de cadena de
cines, que permite a un niño servirse casi medio litro de gaseosa de una sola
vez. Me llamó la atención el color celeste del plástico. El lado que tenía hacia mí era liso, no tenía
dibujos o inscripciones. Lo di vuelta lentamente y entonces lo vi, mirándome.
El Picante Pereyra. El Picante repetido en fotos blanco y negro. El Picante saludando
con el brazo derecho en alto. El Picante festejando un gol. El Picante tirando
una chilena como solo él puede hacerlo. Debajo dos inscripciones: “Picante” y más
abajo “por la camiseta”, “por el carnaval”.
¡Un vaso Pirata! ¡Un vaso de Belgrano de Córdoba! Como si
dos neuronas hubieran hecho contacto de pronto en medio de mi cabeza, recordé que
mi suegra había comentado durante la semana que el diario traía de regalo cada
domingo un vaso dedicado a cada uno de los cuatro clubes de futbol de Córdoba.
El vaso en cuestión debía ser uno de los vasos futbolísticos del diario. Siendo
el único hincha de Belgrano de la familia, era lógico que el vaso terminara en
casa.
Volví a mirar el vaso, con orgullo. Si me pudiera ver el
Pelado, pensé. Le daría envidia. Se lo podría regalar. Después de todo él es el
responsable, el culpable mejor dicho, que yo sea hincha de Belgrano. No de Talleres.
No de Instituto. No de Racing de Nueva Italia. Hincha del Club Atlético
Belgrano de Córdoba. El pirata cordobés. El celeste de Alberdi.
Originalmente, antes
de venir a estudiar a Córdoba, yo había sabido ser, por mandato familiar, por herencia
de mi abuela materna y mi tía, un hincha de Boca más. Era natural que viviendo
en una provincia donde los clubes locales apenas podían aspirar a participar de
algún campeonato regional o a lo sumo el Nacional B, uno se terminara haciendo
hincha de alguno de los clubes grandes porteños. En este país claramente
unitario en lo que a pasiones futbolísticas se refiere, uno terminaba
encontrando hinchas de Boca, River o San Lorenzo en lugares alejados de la
Capital, dispersos en la geografía nacional. Así podían encontrarse hinchas de
River en la lejanía de La Quiaca, hinchas de Boca en lo profundo de La Pampa o hinchas
de San Lorenzo o Independiente en la húmeda provincia de Misiones. En la mayoría
de los casos, extrañamente, estos hinchas remotos, nunca habían pisado la
cancha del club de sus amores. Era algo así como ser hincha a la distancia del
Barcelona, el Real Madrid o la Juventus. Había casos extraños, merecedores de algún
estudio sociológico, como el de mi propio padre o el padre del Pelado, quienes
viviendo en Misiones y desafiando las generales de la ley, eran hinchas
confesos de Estudiantes de La Plata. Previsiblemente, con el tiempo, el Pelado
mismo resulto ser a su vez hincha de Estudiantes.
Cuando nos vinimos a estudiar a Córdoba, el Pelado, que de fútbol siempre entendió mucho más que yo, se hizo hincha de Belgrano. O sea, no
es que dejo de ser hincha de Estudiantes, pero se las arreglo para hacerle
lugar a la pasión por el pirata cordobés. De a poco, como por imitación, yo que
no era un hincha muy fanático de Boca, me fui haciendo también hincha de
Belgrano. Y mientras empezábamos nuestras carreras universitarias y aprendíamos
a vivir solos en una ciudad nueva, íbamos aprendiendo también quien había sido la Chacha Villagra, donde quedaba el Gigante de Alberdi y cuantos clásicos con
Talleres había ganado el celeste.
Pasaron unos pocos años. De alguna forma avanzábamos en
nuestras carreras universitarias. Nos habíamos acostumbrado a estar lejos de
casa. Nos íbamos volviendo cordobeses. Tan cordobeses como un misionero pudiera ser. Los fines de semana jugábamos al fútbol. Los fines de semana escuchábamos fútbol en la radio. Y así pasábamos la vida. Hasta que un día, un puto día
triste, el Pelado tuvo que volverse a Misiones. Y yo me quedé.
Pasaron varios años mas. Con el tiempo, empecé a ir de vez en cuando a la cancha. Vi
al pirata jugar en Alberdi. Lo pude escupir a Graciani jugando para Argentino
Juniors a través del alambrado de la popular. Estuve en el Chateau, en medio de
los papelitos, el día que ascendimos contra Aldosivi. Vi jugar a Belgrano por
la tele quinientas veces, renegando, puteando. Descendimos. Ascendimos.¡Vi a Belgrano descender a River en el Monumental! Y siempre, todo ese tiempo, cada vez que lo veía jugar al celeste, en algún lugar adentro mío, me acordaba del Pelado, mi amigo que me hizo
ser hincha pirata y me lo dejo de regalo, naturalmente, como si hubiera nacido
en Alberdi, cerca de la cancha...
El gorgoteo de la cafetera terminando de preparar el café me
trae de vuelta. El Picante me sigue mirando con el brazo en alto. Definitivamente, cuando lo vuelva a ver al Pelado tengo que regalarle este vaso.
Saturday, March 1, 2014
Experimento nro 1
Un amigo me dijo que intente con poesía... no estoy seguro que esto sea, pueda ser poesía... experimento entonces...
Nada nos separa.
Nada nos une.
Remontamos la noche, ignorando las señales.
Solo nos guía el instinto.
Violentos depredadores recorriendo los espacios a nuestro alrededor.
Buscamos una forma, un aroma, un movimiento.
Golpeamos a veces. Otros cuerpos.
Sentimos el dolor. Apretamos los dientes.
Y seguimos. Corriendo. Volando. Sangrando.
Y la noche dispara. Sus gritos.
Y seguimos. Gritando. Cantando. Sangrando.
Y la noche se ríe.
Y nosotros seguimos. Buscando.
Buscando-nos.
Buscando-te.
Buscando-me.
Y la noche se duerme lenta.
Y nosotros despertamos en nuestros cuerpos.
Solos.
Nada nos separa.
Nada nos une.
Remontamos la noche, ignorando las señales.
Solo nos guía el instinto.
Violentos depredadores recorriendo los espacios a nuestro alrededor.
Buscamos una forma, un aroma, un movimiento.
Golpeamos a veces. Otros cuerpos.
Sentimos el dolor. Apretamos los dientes.
Y seguimos. Corriendo. Volando. Sangrando.
Y la noche dispara. Sus gritos.
Y seguimos. Gritando. Cantando. Sangrando.
Y la noche se ríe.
Y nosotros seguimos. Buscando.
Buscando-nos.
Buscando-te.
Buscando-me.
Y la noche se duerme lenta.
Y nosotros despertamos en nuestros cuerpos.
Solos.
Subscribe to:
Posts (Atom)