Hoy estuve en Lima. En realidad estuve en el aeropuerto de
Lima. Se llama Aeropuerto Jorge Chavez en honor a un prócer u hombre público del
cual no sé nada.
Fue la primera vez que estuve en Perú. Puedo agregar un país
más a la lista de países en los que estuve alguna vez. En realidad, no estoy
seguro que haber estado 5 horas dentro del aeropuerto, esperando una conexión al
destino final de mi viaje pueda contar como una verdadera visita a tierras peruanas.
Y es que no se puede conocer mucho de un país visitando solo sus aeropuertos.
Es como que la globalización llega primero a los aeropuertos y entonces todos
se parecen bastante. Los locales de Duty Free venden en todos lados los mismos
perfumes. Las tiendas de souvenirs y artículos regionales deberían brindar la
posibilidad de acercarse aunque sea un poco a la esencia de cada país, de cada
región, pero en vez de eso te ofrecen remeras y tazas genéricas, made in China,
con una leyenda también genérica: recuerdo de Perú, recuerdo de Chile, recuerdo
de México…
Donde a veces si se puede hacer un poquito de contacto con
el país escondido atrás del aeropuerto y sus puertas de vidrio que separan a
los pasajeros en tránsito de la gente común, es en los locales de comida. Si
uno busca un poco y evita los locales de cadenas de comida rápida, se puede
llegar a encontrar una versión simplificada, generalmente suavizada, de las
comidas propias de cada lugar. Y lo mejor de todo es que uno puede pedirle al
mozo que lo atiende que le recomiende el mejor plato del lugar y con un poco de
suerte el individuo en cuestión se va a olvidar de todos los formalismos
propios de un contexto tan internacional, tan neutro y a los pocos segundos nos
va a estar diciendo clarito, clarito, cual es el ceviche que no deberíamos dejar
de probar. Y así logramos, a través del sabor, a través del estómago, hacer
contacto por un ratito con ese país que anda por ahí, escondido detrás de los
vidrios, las barreras, las autopistas y los carteles en inglés.
Querido Pablo, la neutralidad es también tomar partido. Los paises, las sociedades forzadas, deciden la neutralidad como símbolo de la cultura de la silicona. Todos parecidos. Todos tan Starbucks. Todos tan todos.
ReplyDeleteEs mucho más manejable para medir el market share.
La comida, los cuerpos de las mujeres (u hombres), la música, la basura y el diálogo de a pie, me saben a estampillas indelebles de esos lugares.
Ceviche de corazón.
Leyendo tu comentario me doy cuenta que lo mio fue muy de National Geographic... Tu comentario es claramente mas bello y sintetiza muchas de las sensaciones que me causan estas experiencias "neutras".
ReplyDeleteGracias,