Monday, July 4, 2016

Un recuerdo de mi hija desde el futuro


Cuando yo era chica, los fines de semana mi papá solía hacer asado. Le preguntaba a mamá si quería comer asado y después se iba hasta la carnicería Martín en su auto rojo y compraba dos o 3 cortes de carne. Compraba chorizos de cerdo, costillas de vaca que le gustaban a mamá, algún corte de cerdo y a veces alguna achura para mi hermano que se volvía loco por una molleja o un chinchulín. Poquito, igual siempre terminaba sobrando.
Cuando volvía a casa, juntábamos algunas ramitas y palitos y prendíamos el fuego y el se ponía a limpiar el quincho. Barría el deck de madera del quincho con un escobillon y después pasaba un trapo para tratar de limpiar las huellas de los perros, que con las patas llenas de barro iban dejando su marca sobre la madera. Después, limpiaba la mesa del quincho con un trapo, ponía un mantel y colgaba la hamaca paraguaya. Por último, se quedaba parado un ratito al lado del asador, contemplando su obra.

Cuando hacía asado, mi papá escuchaba música. Era el único momento de la semana en que él escuchaba música en casa. Supo tener un equipo de música que se fue rompiendo de a poco, en el cual escuchaba CDs de rock nacional y música brasilera. Cuando el lector de CDs dejo de funcionar, se puso a pasar toda la música que le gustaba a MP3 para poder escucharla en la compu o en algún celular. Al final, terminó usando solo el celular con Spotify, aunque renegaba porque a veces no encontraba la música que tenía ganas de escuchar. Y es que papá escuchaba música que nosotros no conocíamos. No eran temas que uno fuera a escuchar en la radio ni encontrar en las sugerencias de Youtube... Con el tiempo fuí aprendiendo los nombres... Allman Brothers, Alabama Shakes, el Siempreterno, Chet Baker... algunos más conocidos... los Rolling Stones, Eruca Sativa, Gustavo Ceratti, Nina Simone... Nina Simone le gustaba mucho. Yo no entendía lo que decían las canciones, pero me daba cuenta que Nina estaba triste... Un día, papa me mostró unas fotos de Nina Simone y la mujer triste resultó ser una mujer negra con un nombre italiano que vivía en los Estados Unidos.

Papá se recostaba en la hamaca paraguaya y escuchaba Nina Simone y miraba el patio en silencio. De vez en cuando, se acercaba al asador y agregaba un poco de carbón o daba vuelta la carne. Y después volvía a la hamaca... a ese lugar adonde Nina se lo llevaba con su voz.

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